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domingo, 25 de septiembre de 2011

Richard J. Roberts, las medicinas que curan no interesan


¿La investigación se puede planificar?
Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
Parece una buena política.
Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…
¿Y no es así?
A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.
¿Cómo nació?
La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
Toda una aventura.
Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.
¿Fue científicamente productiva?
Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.
¿Qué descubrió usted?
Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).
¿Para qué sirvió?
Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.
¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
Le escucho.
La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.



Explíquese.
La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
Como cualquier otra industria.
Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
Pero si son rentables, investigarán mejor.
Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
Por ejemplo…
He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…
¿Y por qué dejan de investigar?
Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
Es una grave acusación.
Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
Hay dividendos que matan.
Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
¿Un ejemplo de esos abusos?
Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
¿No me habla usted del Tercer Mundo?
Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
¿Los políticos no intervienen?
No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
De todo habrá.
Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.

Premio Nobel Thomas Steitz: Farmacéuticas retiran inversión de fármacos que curan

Premio Nobel de Química dice que las farmacéuticas solo invierten en medicamentos que puedan ser tomados toda la vida y no en antibióticos que curan definitivamente, porque esto no es negocio.
El premio Nobel de Química de 2009 Thomas Steitz ha dicho hace unos días que las farmacéuticas no invierten en antibióticos que puedan curar definitivamente, ya que su negocio son los fármacos que se toman toda la vida. Las declaraciones de Steitz son muy similares a las dadas por el también Premio Nobel Richard J. Roberts, quien dijera que las farmacéuticas solo invierten en medicamentos cronificadores que les son más rentables y bloquean aquellos que representan una verdadera cura.
“Muchas de las grandes farmacéuticas han cerrado sus investigaciones sobre antibióticos porque curan a la gente, y lo que estas empresas quieren es un fármaco que haya que tomar toda la vida. Puedo sonar cínico, pero las farmacéuticas no quieren que la gente se cure”, ha enfatizado.
Steitz habló en el Congreso Internacional de Cristalografía, celebrado en Madrid, sobre su investigación de un nuevo antibiótico para combatir cepas de la tuberculosis que se dan particularmeente en el sur de África. Pero como suele suceder, se necesita una fuerte inversión para desarrollar este antibiótico y las farmacéuticas prefieren invertir en medicamentos para toda la vida que puedan seguir vendiendo a la población africana.
Por el momento, según Steitz, estos nuevos antibióticos son “solo un sueño, una esperanza, hasta que alguien esté dispuesto a financiar el trabajo”.
No es exagerado decir que las farmacéuticas se dedican a la industria de la muerte lenta, manteniendo a los enfermos enganchados a sus medicamentos como drogas —hasta que finalmente mueren.
Más información en La Vanguardia 

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